miércoles, octubre 08, 2008

Requiem

Anoche, antes de acostarme, pasé por esta habitación y me quedé mirando el pc. Por la tarde había visto Drácula, diremos de Cóppola y no de Bram Stocker, y se me ocurrió publicar una entrada. La titulé "Blood Teppes", porque el juego de palabras me pareció ingenioso. La encabecé con una foto de Vladislav III el empalador, pongámoslo con minúsculas, y comencé a escribir. Para hacerlo con conocimiento de causa, consulté la Wikipedia. Yo tenía entendido que el príncipe Vlad había sido un hombre como otros de su tiempo, sin sentido de la piedad, con un placer más bien enfermizo por la sangre, que se desbocaba cuando se trataba de vengarse de sus enemigos. Pero en la Wikipedia leí que había más. Por lo visto, el empalador no se reducía a sus enemigos. O, mejor dicho, cualquiera podía, de súbito, convertirse en enemigo suyo. Vlad Teppes empaló, quemó, masacró y descuartizó a personas de su propio pueblo por causas completamente peregrinas. Uno podía hablarle con la mejor intención, y acabar en lo alto de un palo. Uno y toda su familia, incluídos los niños pequeños. Por lo visto, sufrían bastante. La verdad es que anoche me dormí sin poder evitar imaginar niños muriendo torturados entre terribles dolores. De manera que suprimí el post, porque prefiero no ver esa cara cada vez que abra mi blog, y escribo este en su lugar para proclamar que Vlad Teppes no era un patriota, ni un hombre de su tiempo, sino un demente, un psicópata sanguinario que empalaba incluso animales mientras estaba prisionero, que disfrutaba sembrando el terror, y que dejó chiquitos a los propios turcos, que ya es decir. No es digno de encomio, ni de admiración, y tampoco deberíamos utilizar el dolor y el sufrimiento de los cien mil inocentes que asesinó salvajemente para inspirar ahora leyendas románticas y pacatas sobre vampirismo. Nadie le ha dedicado nunca una película o un libro a él, al verdadero vampiro, porque supongo que nadie le ha creído digno de tal honor. Y yo no le dedico a él este post, sino a los niños pequeños que murieron a sus manos. Que haya un cielo y un Dios para ellos.

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