jueves, octubre 30, 2008

Soneto


Taimada, con sigilo y despaciosa,
acercose la zorra al hormiguero,
preguntándose en nombre de qué fuero
la vida de la hormiga era tan sosa.

Salió una obrera, y mirola ampulosa,
saludola quitándose el sombrero,
y le dijo: " Trabajo con esmero
por mi comunidad, noble raposa"

Y la zorra, mirándola sonriente,
compasiva giró sobre sus patas
y fue a buscar a dónde hincar el diente,

pensando:" Mejor va cazando ratas
que siendo de comunidad sirviente
y, por otros, tener que andar a gatas".

Desmontando a Lorca


Camina por el sendero, tris-tras, pisando la hierba alta. Detente un momento. Respira. Escucha. Una cigarra canta, cri-cri. Un buho madrugador comienza a ulular, uh-uh. El aire limpio desatasca la nariz, los pulmones, todas las venas, y la aorta y la cava. Túmbate. Deja que las hormigas corran por tu cara y te hagan cosquillas en las mejillas. Mientras, podrás escuchar mejor el cri-cri y el uh-uh. Si tienes suerte, se hará de noche, y entonces podrás ver las luces verde manzana de las luciérnagas, escondidas detrás de las hojas de zarzamora. No lo sabías, ¿eh? Las hojas son translúcidas, y puedes ver las pequeñas luces a través de ellas. Acaricia la madera áspera de los troncos. A lo mejor se te quedan pegadas las manos, por culpa de la resina, y no puedes despegar después los dedos. Pero seguro que da igual. Duerme, mientras las hojas y las hormigas, y el rumor de riachuelos lejanos, arrullan tu sueño. Duerme y no pienses en nada más.

Todo aquello que no me concierne


Corre, corre, corre, que es domingo. Corre, que no llegamos. Tenemos que comer en casa de los abuelos. Tenemos que llegar a la hora. Tenemos que irnos pronto para llegar a tiempo a casa. A tiempo de sentarnos en el sofá. A tiempo de mirar la tele. A tiempo de irnos a la cama, para ir mañana a trabajar. A trabajar para la Watching&Seeking, haciendo informes idiotas de mentiras muy falsas y refalsas, que no sirven para nada ni conducen a ningún lado, pero el mercado lo pide, porque siempre ha sido así, no importa mientras nos paguen. No tosas muy fuerte, no se vaya a romper nuestra vida de cristal de Bohemia. Camina despacio sobre ella, y no la mires fijo, porque lo que tiene el atrezzo es que no es sólido, que se viene abajo si sopla el viento, y entonces no queda nada, sólo las ruinas, el escenario lleno de trozos de escayola, y nuestras corbatas de Armani.

lunes, octubre 27, 2008

Se nos irá la vida en suspiros


Por todos los momentos que, cosidos, configuran nuestra realidad; por todas las lágrimas y todas las risas, y todos los olores, colores, formas; por todo lo que tuvimos y perdimos, y lo que nunca tuvimos, y lo que tenemos, y lo que tendremos; por lo que valió la pena y lo que no, por lo que la valdrá o la vale; por estar vivos, por respirar y poder seguir esperando enseñando los dientes, aunque sólo sea por llevar la contraria, brindemos.

jueves, octubre 16, 2008

El drakar


Sin lugar a dudas, lo más siniestro eran los largos maderos desde las volutas de proa y popa hacia abajo, curvándose y adaptándose a las anchas cuadernas en los extremos inferiores, y a las esbeltas esloras más atrás, desapareciendo en el mar casi completamente, como la hoja de un cuchillo hendiendo el agua sin dañarla, por fina, por afilada. No le hubieran hecho falta hombres fieros a bordo, normandos sedientos de sangre, conquistas y oro. Aún sin ellos, habría podido, con su terrorífica estampa, conquistar el mundo. Fueron muchos los años en que surcó los mares fríos, intrépido, sin temer por su aparente fragilidad, confiando en los vientos y en su firme estructura. Sembró el pánico tan solo con su silueta. Más tarde vendrían otros mucho más cobardes, necesitados de cañones y pesadas artillerías submarinas y antiaéreas, conducidos y gobernados por hombres de carrera, de libros, cuyo valor podría medirse únicamente por el calibre de los misiles que portaban. Pero ahora era el momento del drakar, que se deslizaba, majestuoso, por los océanos, como un augurio de muerte.

miércoles, octubre 08, 2008

Requiem

Anoche, antes de acostarme, pasé por esta habitación y me quedé mirando el pc. Por la tarde había visto Drácula, diremos de Cóppola y no de Bram Stocker, y se me ocurrió publicar una entrada. La titulé "Blood Teppes", porque el juego de palabras me pareció ingenioso. La encabecé con una foto de Vladislav III el empalador, pongámoslo con minúsculas, y comencé a escribir. Para hacerlo con conocimiento de causa, consulté la Wikipedia. Yo tenía entendido que el príncipe Vlad había sido un hombre como otros de su tiempo, sin sentido de la piedad, con un placer más bien enfermizo por la sangre, que se desbocaba cuando se trataba de vengarse de sus enemigos. Pero en la Wikipedia leí que había más. Por lo visto, el empalador no se reducía a sus enemigos. O, mejor dicho, cualquiera podía, de súbito, convertirse en enemigo suyo. Vlad Teppes empaló, quemó, masacró y descuartizó a personas de su propio pueblo por causas completamente peregrinas. Uno podía hablarle con la mejor intención, y acabar en lo alto de un palo. Uno y toda su familia, incluídos los niños pequeños. Por lo visto, sufrían bastante. La verdad es que anoche me dormí sin poder evitar imaginar niños muriendo torturados entre terribles dolores. De manera que suprimí el post, porque prefiero no ver esa cara cada vez que abra mi blog, y escribo este en su lugar para proclamar que Vlad Teppes no era un patriota, ni un hombre de su tiempo, sino un demente, un psicópata sanguinario que empalaba incluso animales mientras estaba prisionero, que disfrutaba sembrando el terror, y que dejó chiquitos a los propios turcos, que ya es decir. No es digno de encomio, ni de admiración, y tampoco deberíamos utilizar el dolor y el sufrimiento de los cien mil inocentes que asesinó salvajemente para inspirar ahora leyendas románticas y pacatas sobre vampirismo. Nadie le ha dedicado nunca una película o un libro a él, al verdadero vampiro, porque supongo que nadie le ha creído digno de tal honor. Y yo no le dedico a él este post, sino a los niños pequeños que murieron a sus manos. Que haya un cielo y un Dios para ellos.

lunes, octubre 06, 2008

Sirenas


Mientras haya mares, hay que navegarlos. Mientras haya cielos azules, nubes y rocas, hay que callarse, mirar y respirar. Llenar los pulmones de oxígeno limpio, lo más limpio posible, y sentir cómo llega hasta los tobillos. Mientras quede vida, hay que cerrar los ojos y dar un paso al frente, y, si hay suerte, caer al agua, notar el ahogo, bajar, subir, flotar, y decidir el rumbo. Recuerda: Eres mitad pez. Tienes branquias en el alma, y por eso puedes seguir respirando, aún cuando parece que no queda aire. Siempre hay una dirección hacia la cuál caminar, y es mejor si es al frente, hacia el horizonte. Y es mejor aún si no se ve nada, salvo la lejana línea.

viernes, octubre 03, 2008

No se puede ser más friqui


Los escolares de los años cincuenta tuvieron que poner a prueba la capacidad gimnástica de sus neuronas aprendiéndose de memoria la lista de los reyes godos. Godofredo, Recaredo, Wamba... Esos prohombres que protagonizaron el paso del Imperio Romano a la Edad Media. Pero poco más se les dijo a los esforzados estudiantes, aparte de una interminable lista de nombres, en su mayoría muy graciosos. Quizás les habría gustado que les explicasen alguna anécdota divertida de tan ilustres personajes, como por ejemplo esto del trono de Dagoberto. El tío fricazo tenía un trono plegable. Podemos imaginarle yendo con la familia de merienda un domingo, con la tortilla de patatas y eso, todos sentándose en manteles, y sacando él su trono plegable, y sentándose así, mirando al tendido. O entrando en la sala de audiencias, encontrando a un chambelán de palacio que le dice que tal duque le espera para hablarle de alguna ley nueva, y él contestando: "Un segundín, que despliego el trono y le haces pasar". En fin, que de ser un personaje actual, yo me veo a Dagoberto jugando a las Magic, con gafas de pasta y la cara llena de granos.

miércoles, octubre 01, 2008

Los ojos del judío, segunda parte


Puedes perderte dentro, y, si los miras mucho rato, ya no sabrás si son de hombre, o de mujer, o de qué. Puedes, y esto es excepcional, mirarlos en dos direcciones a la vez: hacia dentro y hacia fuera. Es sólo un cuadro, un dibujo. No es nada. Al mismo tiempo, lo es todo y tiene todas las respuestas. Te escucha y te ve, igual que tú a él. Es como esos bajorelieves que te siguen con la mirada según te vas moviendo. Es algo vivo. A veces está sólo en tu imaginación, otras está en todas partes, como siempre se ha dicho. La mayoría de los grandes prohombres de todos los tiempos han pasado la mayor parte de su vida mirando esos ojos, buscando, encontrando, perdiéndose de nuevo. Nunca tendremos respuestas, y nuestra lógica nos las exige. Quizás sería cuestión de saltar medio metro, y no volver a caer, y poder permanecer ahí para siempre, sin tener que encontrar ya más respuestas, sin hacer más preguntas; naufragar, simplemente, en ese mar de color castaño, con una sonrisa en el alma.