lunes, septiembre 24, 2012

Noviembre
Ya era hora. Recogerse en casa después de salir de trabajar, ver el cielo oscuro, entrar en la penumbra y encender la luz mortecina que le da a la estancia un color amarillento. Hace un frío que pela, pero ahí está el calefactor, con más buena voluntad que resultados. Encenderlo, acercar las manos. Poner la tele. Muchas personas hablan a la vez, aturden. Mejor un buen reportaje, que al menos habla sólo uno, y las imágenes relajan. Las pantuflas, el sofá. Un plato caliente. Abrir la boca despacio, notar la textura, la temperatura alta, casi insoportable. Una sensación fuerte que duele, pero que hace reir. Otoño. La manta, el calorcito, el zumbido en las orejas, el sueño. Otoño otra vez.