jueves, octubre 30, 2008

Desmontando a Lorca


Camina por el sendero, tris-tras, pisando la hierba alta. Detente un momento. Respira. Escucha. Una cigarra canta, cri-cri. Un buho madrugador comienza a ulular, uh-uh. El aire limpio desatasca la nariz, los pulmones, todas las venas, y la aorta y la cava. Túmbate. Deja que las hormigas corran por tu cara y te hagan cosquillas en las mejillas. Mientras, podrás escuchar mejor el cri-cri y el uh-uh. Si tienes suerte, se hará de noche, y entonces podrás ver las luces verde manzana de las luciérnagas, escondidas detrás de las hojas de zarzamora. No lo sabías, ¿eh? Las hojas son translúcidas, y puedes ver las pequeñas luces a través de ellas. Acaricia la madera áspera de los troncos. A lo mejor se te quedan pegadas las manos, por culpa de la resina, y no puedes despegar después los dedos. Pero seguro que da igual. Duerme, mientras las hojas y las hormigas, y el rumor de riachuelos lejanos, arrullan tu sueño. Duerme y no pienses en nada más.

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