sábado, mayo 13, 2006

Desde el tren


Las imágenes se desgranaban deprisa ante sus ojos, a través de la ventana del tren. Del mar al interior, a la meseta, a las dehesas. Los encinares devolvieron a su corazón el gozo del regreso al origen, a la tierra madre. Otros lugares, otras costumbres, otros paisajes habían vivido con él durante los últimos tiempos. Quedaban atrás sus días de nómada, de extranjero. Pensó al marchar en el placer de conocer, de experimentar. Ahora, al regreso, descubría con felicidad lo reconfortante de lo conocido, y supo por un momento que no estaba tan solo ni era tan libre como pensaba; supo que, a pesar de los avatares, de las idas y venidas, tenía un lugar amado, hermoso, al que regresar. Y volvió a pensar en todo cuanto había dejado atrás. Sonrió con nostalgia, porque sabía que el mundo era suyo, que todo estaba ahí para él, pero que siempre, siempre, podría volver.