viernes, diciembre 02, 2005

Perdonen que no me levante


A veces se pregunta uno por qué escribe, en lugar de telegrafiar sus puyas. No obstante, la escritura es algo del interés de todos. Fíjense si no en la importancia de los contratos por escrito. Uno los firma, y se acabó el problema. Se lee aquello de "la parte contratante de la primera parte será igual a la parte contratante de la primera parte", si no interesa se corta, se firma, y a otra cosa, mariposa. Sin embargo, imaginen el peligro de los contratos de palabra. Una vez hice uno con mi amigo Piccolini en Casablanca. Él tenía la más importante compañía allí existente de camello-taxis. El hombre gastaba una fortuna en chicle. Pues bien; me la jugó. Y es que la gente no tiene palabra. Ni siquiera los políticos. Sí, no se asombren; a pesar de lo que ustedes siempre han creído, los políticos no tienen palabra. Y sé lo que digo. He conocido muchísimos. Figúrense que yo bailé delante de Napoleón. Mejor dicho, fue Napoleón quien bailó delante de mí. Concretamente doscientos años por delante de mí. Y eso que era Napoleón segundo, el mejor. Porque es absolutamente falso eso que dice la gente de que nunca segundas partes fueron buenas; el otro día vi un partido de fútbol, y la segunda parte fue infinitamente mejor que la primera. Pero eso da igual, porque en el fondo, todo esto es una soberana tontería. A quién le interesan las cosas serias? A mí, desde luego, no. Pero seguramente a ustedes no les interesará saber lo que a mí me interesa o deja de interesarme. Así que no sé por qué me están ustedes leyendo. Hala, vayan con viento fresco a mirar la televisión, que ya conocen el camino hasta la puerta. Y perdonen que no me levante.

miércoles, noviembre 16, 2005

La madre de Schopenhauer


La tía Tula, inmortal personaje de Unamuno, reflexionaba para sí sobre aquel pasaje de los Evangelios en que Cristo es interrumpido en una de sus diatribas al llegar, según le anunciaba uno de sus apóstoles, su Madre y sus hermanos a visitarle. El Señor dijo en aquella ocasión que Él no tenía madre, que su Padre era Aquel que estaba en los cielos, y sus hermanos, los presentes. Pensando en estas palabras del Redentor, Tula, con una oscilación de cabeza y un chasquido de lengua, dijo aquello de "hombre al fin". De la misma manera, Schopenhauer negó a su madre, afamada escritora que le abrió no pocas puertas en su incipiente carrera filosófica, presentándole, entre otros don nadies, a Goethe. A pesar de ello, el bueno de Arthur no podía ver a las mujeres. Sin duda, un nuevo caso de niño malcriado, o simplemente no criado, que arremete contra aquellas a las que representa una madre, en ocasiones demasiado autoritaria, en otras demasiado consentidora. Son muchos los hombres que manifiestan irónicamente, siempre en presencia de otros hombres, su autosuficiencia y su nula necesidad del género femenino, la inutilidad de este, su maldad intrínseca y sus escasas capacidades, ante la sonrisa aprobatoria del resto de la masculina concurrencia. Digamos que da rabia depender emotiva y, sobre todo y ante todo, físicamente, de las compañeras que, en último término, suelen dirigir, en la mayoría de casos sabiamente, a la familia, la organización de la casa, la administración de esta, y satisfacer además los apetitos carnales de sus hombres, no siendo siempre, a su vez, satisfechos los propios. Amén de la mentalidad retorcida y las maneras caprichosas de la mayoría de mujeres, también es cierto que suelen ser los animales de carga de cada nucleo familiar, las espaldas sobre las que todo reposa, de manera invisible, sin que sea, en la mayoría de los casos, apreciado. Con su entrada al mundo laboral, la mujer a relegado al hombre a la sombra, puesto que suministrar a la familia de un constante flujo económico era ya la única función social que a este le quedaba. Ahora, el derecho al pataleo es lo que manifiestan esas sonrisas cómplices ante el intento de ridiculización que cualquier macho ostenta un viernes noche ante sus semejantes, tras la barra de un bar. Calma, señores. Nosotras les necesitamos todavía. No pierdan los papeles, que las relaciones entre sexos son, cuando poco, divertidas, y naturalmente necesarias. Permítanme que les despeine cariñosamente y les bese la mejilla, que son ustedes mu majos.

miércoles, octubre 19, 2005

Desmontando la casa


Poco a poco, nos fuimos marchando. Uno tras otro, crecimos, quizás demasiado... Dejamos atrás los recuerdos, miramos tan solo hacia el futuro que teníamos delante. Y un día, cuando ya no quedaba nadie, volví. Había que deshacer la casa. Cruzar aquella puerta me evocó al instante cientos de recuerdos; la entrada, de cuyo mueble me gustaba tanto registrar los cajones; el pasillo, con la luz de la ventana del comedor al fondo, pavimentado con aquellas baldosas antiguas, por el que mis hermanos y yo hicimos tantas carreras... Me asomé al cuarto de los trastos. Todavía permanecían ahí las estanterías metálicas que había instalado mi padre, para guardar cosas que sólo utilizábamos de vez en cuando. El baño, la cocina, el comedor. Miré por la ventana; la vista era ahora diferente. Edificios más modernos, más altos. Me senté en una silla del comedor. El viejo mueble enfrente, con la colección de dedales de mi madre; la reproducción del Pan de Dalí en la pared. Y por fin, mi cuarto. El lugar donde bailaba sola, donde había jugado con mi hermana tantas veces, a cualquier cosa. La cama en la que había empezado a soñar, con la vista clavada en el techo agrietado. Tocar. Respirar. Sentir. Apenas me atrevía a moverme, por miedo a que se rompiera el ensalmo. Mi pasado, mi niñez, mi juventud. Y ahora, romper con todo para siempre. Una lágrima, un suspiro. Un girón de mi alma pegado para siempre en aquellas viejas paredes.

domingo, septiembre 11, 2005

Piscinas


Me decía un amigo que nada le parece más anacrónico que una piscina en otoño. Cuando regresamos a las mangas, a los pantalones largos y a los calcetines, pasar junto a una piscina es casi ofensivo. Y es que hay pocos símbolos del verano tan a propósito como una piscina. Abandonar la idea del calor tórrido, del sol en nuestra cara, acostumbrarnos despacio a la bruma, y encontrar de pronto una piscina en nuestro camino, es lo más parecido a un insulto. En efecto, las piscinas fuera de temporada ofrecen una triste imagen. Es mejor, mucho mejor, ignorarlas, volver los ojos hacia la bruma e imaginar cuentos de duendes, de misterios, de barcos fantasmas. Y que esos otros fantasmas, los del verano, no nos impidan ver los castaños cargados de frutos, las hojas rojas y amarillas en los bosques, las setas que empiezan a asomar su sombrero y nos recuerdan que ya es tiempo de volver a comer caliente. Disfrutemos del sabor de nuestro tazón de caldo humeante, de nuestro edredón y de nuestras zapatillas, mientras regresa el tiempo de zambullirnos de nuevo en la piscina.

De besos


"Por una mirada, un mundo", nos decía Gustavo. "Por una sonrisa, un cielo. Por un beso...yo no sé qué te diera por un beso", continuaba diciéndonos. Y añadían los Café Quijano que mereció la pena tanto lustro de aprender a decir, con un simple beso. Parece que pocas cosas transmiten tanto. No será el contacto en sí, prosaico donde los haya. Dios sabe que es mejor no pararse a analizar lo que es un beso puro y duro. Y sin embargo, nada, absolutamente nada, resulta tan excitante, tan prometedor, tan apasionado o, en su caso, tan dulce como un primer beso. Y con nada se nos pone esa cara de bobos como con el recuerdo de aquel beso que nos cautivó. O con el anhelo de ese que tanto deseamos. Porque, como dice el adaggio, un suspiro es un beso que se piensa y no se da. Besémonos mucho, pues; que nadie pueda decir que la vida se nos ha ido en suspiros...

domingo, mayo 08, 2005

Soledad

La vida transcurre sin darnos cuenta, creciendo, riendo y llorando. Echando de menos muchas veces un oasis personal, un lugar donde permanecer, donde aletargarnos, solos. No vemos, casi nunca, la importancia de los afectos que le dan sentido. El calor de los demás, sus comentarios, sus miradas; las disputas y las reconciliaciones. Todo nos pasa inadvertido. Hasta que, un día, nos quedamos solos. Solos de verdad. Solos todo el día. Y es entonces cuando vemos que nunca antes lo habíamos estado. Entonces cuando añoramos las miradas y las disputas. Porque poco sentido tiene todo si no nos sabemos amados, rodeados de otras vidas que circundan la nuestra. Poco, muy poco somos solos. Muy poco, o casi nada. Y todo parece vacío y sin sentido, y es dificil levantarse por la mañana y ver pasar los minutos, interminables, y acercarse la noche, que tampoco acaba nunca. Mejor amar y que nos amen, mejor repartir y recibir. Mejor no estar solos.

viernes, abril 22, 2005

Es tradición de mi tierra, en estas fechas, que los enamorados se regalen rosas. Ahí os mando, pues, la mía, porque aunque una va por la vida de iconoclasta, en el fondo es una romántica y una cursi. Y es que no hay nada más bonito que atontarse con una mirada, a pesar del paso del tiempo y de todo lo que esta vida nos embrutece. Un beso, de todo corazón. Posted by Hello

jueves, marzo 31, 2005

Vestirse de foca

Alguien me dijo una vez que la máxima ambición de un tigre es tener un abrigo de piel de puta. La afirmación resulta menos contundente si tenemos en cuenta el sentido de la misma en toda su extensión.
Tiempo hubo en el que era necesario matar animales para guarecerse de los rigores del invierno, porque no había otra cosa, y porque el animal en cuestión era fuente de alimento y cubría otras necesidades primarias del hombre. Con el tiempo y la aparición de los textiles, las pieles pasaron a ser un lujo. Y más adelante, la conciencia social empezó a hacernos comprender que matar un animal para vestir a otro es, sencillamente, una salvajada. Pero esto no lo pensamos todos, por cierto.
Por un año más, asistimos al espectáculo que nos brindan los canadienses, tan civilizados ellos, de las matanzas masivas de focas. Hombres tapados hasta las orejas, posiblemente para que no les veamos la cara, acorralan a los pobres animales, que les miran con cara de no comprender nada, y les asestan una y otra vez golpes con un palo finalizado en cuchilla. El hielo ensangrentado, los millares de focas muertas sobre el blanco manto, hablan por sí solos.
Nos cuentan que las focas se comen el bacalao y el marisco, y que esta industria da de comer a muchos canadienses. Miren, no nos vendan la moto. No nos chupamos el dedo, saben. Ustedes tienen un país lo suficientemente adelantado como para poder tirar para adelante con actividades menos canallas. Hagan el favor. Espero de corazón que el bloqueo económico al que van a ser sometidos les haga entrar en razón. Y también espero que, por el resto de sus días, sueñen con los ojos de uno de esos animales, mirándoles asustados, mientras esperan el golpe de gracia. No voy a seguir escribiendo. Ustedes no merecen un segundo más mis palabras.

viernes, marzo 25, 2005

Sublimación

Mucho tiempo pasé observándole desde mi ventana. Sentada, asomada, veía su contorno incierto al principio, desdibujado, prometiendo formas definidas y seguras. Su silueta, cada vez más clara, dio paso a sus rasgos, a sus facciones, a su mirada. Y así nos mirábamos, hora tras hora, ventana con ventana.
Y los días empezaron a desgranarse como las cuentas de un rosario, y la mirada llevó al deseo, y el deseo al cariño. Y seguía pasando el tiempo despacio, imposible de retener, como un puñado de arena que, cuanto más cerramos la mano, más se va escurriendo entre nuestros dedos, hasta dejarnos con el hueco vacío, como si todavía estuviera allí.
Y llegó el día en que se decidió a traspasar el lindero que separaba nuestras vidas. Ese día amaneció radiante, con el sol enseñoreándose del cielo, de un azul turquesa que cegaba; todos los seres vivos parecían hermosos bajo aquella luz, como hermoso estaba él, parado en el umbral de mi puerta. Se alzó su mano, con la palma hacia mí y los dedos separados. Y la mía se alzó también, y se acercó a la suya despacio, y noté su contacto cálido, mientras mis dedos se empequeñecían al rozar los suyos. Nos quedamos así, mirándonos a los ojos, las manos tocándose apenas. Sus labios entreabiertos atrajeron entonces mi mirada, y los míos se acercaron despacio. Y cuando nuestros labios se acariciaron, una descarga recorrió mi espina dorsal. Di en ese momento gracias a mi dios por haberme permitido vivir hasta ese día, porque son muy pocas las veces en que la vida se desnuda para nosotros, y se nos insinua, y nos pide que la tomemos hasta derrengarla. Contadas las ocasiones en que nos sentimos tan vivos, tan completos, tan inmensamente dichosos. Y es por esos momentos por los que vale la pena pasar por todo lo demás, por ellos por lo que se dan por buenos todos los sinsabores y los malos tragos, porque uno solo de esos instantes, que a lo largo de la vida se repiten apenas un par de veces, nos clava en el cielo y nos hace comprender el sentido de nuestra existencia.
Y fui suya, y fue mío, y nada ni nadie hubiese podido impedirlo, porque yo había vivido para ver, junto a su cuerpo cansado, el amanecer del día siguiente.

lunes, marzo 14, 2005

El arcángel respondón

Nos cuentan que eran seis los arcángeles de Dios: Rafael, Miguel, Gabriel, Uriel, Ariel y Luzbel. Y mientras Dios andaba creando el mundo, las estrellas y todas esas lindezas, y toda la corte celestial observaba boquiabierta de admiración tanto talento, ellos seis, con mirada de autosuficiencia, aprovaban con la cabeza, con cara de póker, todo aquel despliegue de medios. Hasta que Luzbel, el chico contestatario, dio en llevarle la contraria, en empezar a hacer preguntas y sugerencias, cosa que irritó enormemente al Sumo Hacedor. Como castigo, el destierro, la ignominia. Y ahí le tenemos desde entonces, mareando, sembrando la duda en nuestra mente, haciéndose notar por doquier para goce de propios y extraños, dando lugar a toda suerte de leyendas y adoradores que le dedican ridículos ritos, porque jamás entendieron un pimiento de su naturaleza, de sus motivos.
Y todo está lleno. Colmado de gentes que se revuelven una y otra vez contra lo políticamente correcto. Niños respondones en forma de madre de Mayo, gritando justicia ante la Casa Rosada, o de pueblo llano manifestándose contra una decisión despótica de su gobierno, o de adolescente con rastas que decide no ducharse más. Lleno de personas que se plantean el sistema, que no quieren, que no tragan, que no están de acuerdo. Y muchos habrían de ser los dioses que les hicieran callar, que les desterraran, pese a su empeño, de este "paraiso" social tan cuestionable, de esta sarta de mentiras y de intereses creados, de todo este atrezzo que nos envuelve y manipula. Desde aquí, un beso a todos los caínes, luzbeles, y todos aquellos que me recuerdan cada día que no, que nada está escrito, que a los disconformes nos queda todavía un as en la manga.

miércoles, febrero 23, 2005


"Ya le digo, compadre. Era un golpe perfecto. El Chiquitín tenía ese amigo, un tal López, que trabajaba de contable en aquel banco de la Avenida..." Me miraba como desde otro planeta. Yo siempre me había preguntado qué había llevado a aquel hombre flaco, de elevada estatura y ojos achispados, hasta el escalón de mi casa donde siempre le encontraba sentado de día, tumbado de noche, entre periódicos. Hasta que decidí llevarle una botella de cognac y hacerle cantar de plano. "Sabía qué cuándo llegaba el furgón, y conocía todas las combinaciones; teníamos que ir a medias..." Su expresión era opaca. Hablaba moviendo tan solo la boca, sin hacer gesto alguno. "Yo había soñado con llevarme a mi Rosita a las Bahamas, o a algún sitio así, y pegarnos la gran vida... Ver todo aquello que nunca vi... Y parecía tan fácil..." Continuaba hablando, mirando sin ver el edificio de enfrente, donde alguna vecina limpiaba los cristales. "Le pillaron, viejo. Soltó todos nuestros nombres. Un montón de años en la cárcel, sabes..." Su mirada triste se perdió todavía más lejos. De pronto, una sonrisa afloró en sus labios, como en un tímido dibujo, y su mirada se iluminó. "Pero viejo", dijo "si llega a salirnos bien...". Posted by Hello

miércoles, enero 26, 2005

Enlaces

http://blogs.ya.com/particulasdeluz
http://sinemb.blogspot.com/


El invierno es para los acomodados, para los que prefieren ver la vida desde la ventana, junto al calor del fuego. Para aquellos que sonríen como gatos satisfechos mientras ven caer la nieve, imaginando el frío que hará fuera, cerrando los ojos con el corazón templado y el alma soñadora, que no imagina más horizontes que lo seguro, lo conocido... Posted by Hello

Y luego están los otros, los valientes, los que saben que la vida está esperando ahi fuera, en cueros, a que alguien vaya y la tome. Y salen, y sienten el calor del sol, y se sumergen en el agua hasta la cabeza sin preocuparse de cuánto aguantarán los pulmones, porque no importa, porque mañana es sólo un adverbio de tiempo... Posted by Hello

miércoles, enero 12, 2005

Con el agua al cuello


Bonita torre nos ha hecho en Barcelona la compañía del agua. Impresionan bastante sus dimensiones, sobre todo cuando uno sale del metro y la va viendo surgir, como por ensalmo, en toda su magnitud. Afortunadamente, no se les ha ocurrido a los constructores ponerle un aspersor en la parte superior, más que nada para hacer una mayor propaganda de la naturaleza del edificio. Los extranjeros, cuando la ven, deben pensar: "Un pais que tiene la corrida como fiesta nacional, y construye edificios como este, tiene que ser muy alegre". No es de extrañar que no nos tomen en serio... Posted by Hello

Cuando fumar no es un placer


Karim Sarkis, butanés, se echó las manos al bolsillo de la camisa. Nada. Con cara de fastidio, cogió las llaves del coche, algo de dinero, y gritó eso de "me voy a por tabaco". En la cocina, Yaiza Sarkis casi se corta una mano con el cuchillo de pelar patatas. ¡A por tabaco! Eso quería decir a la India, o a la China, porque claro, en el Bután está prohibida la venta y consumo de cigarrillos, y el que quiere comprar ya sabe la excursión que le toca. Desde luego, Karim no estaría en casa antes del desayuno...del lunes de la semana siguiente.
A bastantes kilómetros de distancia, en Italia, Valeria Rossi se sentaba en un bar ante su capuccino. Totalmente absorta en la lectura de Il corriere de la sera, no se dió cuenta del acto inconsciente de echar mano al bolso y tomar un cigarrillo. Mientras este colgaba de sus labios, mechero en mano, algo le llamó la atención: el silencio sepulcral que se acababa de formar a su alrededor. Miró en torno, para descubrir las miradas de sesenta usuarios del bar clavadas en ella. Cierto; en Italia ya no se permite fumar en los bares.
Una de las mayores paradojas de nuestro siglo es un paquete de cigarrillos. Uno le da la vuelta y lee eso de "mezcla de tabacos de gran calidad, que aportan el genuino placer de fumar", y dos milímetros más abajo, "las autoridades sanitarias (quienes serán?) advierten que fumar produce ceguera, sordera, y que la pilila se cae a cachos". Bien, piensa uno, señoras autoridades sanitarias, no se puede hacer que la gente entre en el cielo a golpes de cruz. No me lo vendan, o callen para siempre. No vi en mi coche, cuando lo compré, ningún cartel de "conducir a más de 120 puede producir tetraplegia galopante", o en las botellas de ron algo como "el alcohol produce cirrosis". Y, lo que es peor, jamás leí etiquetas de advertencia en los paquetes de carne envasada, del tipo "este pollo ha sido alimentado con unos piensos que vaya usted a saber qué producen, pero seguro que nada bueno".
Yo les propongo una cosa, señoras autoridades sanitarias: Dejen de consentir los piensos cancerígenos, los productos tóxicos en todo lo que comemos y bebemos; que no se fabriquen coches que corran a más de 120, y claro, obliguen a los fabricantes a que el tabaco sea eso, tabaco, nada de alquitranes, hidrocarburos y cicuta. De ese modo, aumentará nuestra calidad de vida, y podremos comer, beber y conducir tranquilos. Y fumar volverá a ser, únicamente, un placer. Posted by Hello

lunes, enero 10, 2005

Mykonos


Cuando Ulisses decidió volver a Itaca, más que nada porque ya no había guerras ajenas que ganar, pasó por aqui, por Mykonos, y en este barrio de La Escala estuvo comiendo pescado, bebiendo vino de retzina y bailando sirtaky. Luego le fue a Penélope con el cuento de Circe y sus cerdos, de Calipso, que era una mala bruja, y todo eso. Penélope, que era una bendita, se lo tragó todo. Ella con su hilo y tal, haciendo y deshaciendo, y él de fiesta gay. Pero no os dejeis engañar; fue como digo. Yo lo sé porque estuve allí, y vi una inscripción en la pared de una fachada antigua que rezaba: "Odisseos was here"... Posted by Hello