domingo, mayo 08, 2005

Soledad

La vida transcurre sin darnos cuenta, creciendo, riendo y llorando. Echando de menos muchas veces un oasis personal, un lugar donde permanecer, donde aletargarnos, solos. No vemos, casi nunca, la importancia de los afectos que le dan sentido. El calor de los demás, sus comentarios, sus miradas; las disputas y las reconciliaciones. Todo nos pasa inadvertido. Hasta que, un día, nos quedamos solos. Solos de verdad. Solos todo el día. Y es entonces cuando vemos que nunca antes lo habíamos estado. Entonces cuando añoramos las miradas y las disputas. Porque poco sentido tiene todo si no nos sabemos amados, rodeados de otras vidas que circundan la nuestra. Poco, muy poco somos solos. Muy poco, o casi nada. Y todo parece vacío y sin sentido, y es dificil levantarse por la mañana y ver pasar los minutos, interminables, y acercarse la noche, que tampoco acaba nunca. Mejor amar y que nos amen, mejor repartir y recibir. Mejor no estar solos.