miércoles, agosto 07, 2013

Puzzle me



No es como si existiera un lado oscuro y otro de luz, ni como si todo hubiera de ser blanco o negro. Hay dos mundos, o quizás muchos más. La cuerda floja existe, pero nunca me gustó y siempre me sentí como si mis pies precisaran un suelo firme que pisar, como si fuera totalmente necesario ser de uno u otro lado (creyente o ateo, blanco o piel roja, de Sega o de Nintendo). Me pasaste a ese lado oscuro sin pedirme permiso y ahora vago como un alma en pena entre esas dos realidades; la de amaneceres con sonrisas y caricias y la de noches en vela; la de la piel y los nervios y la del temple y la imaginación; la de la sangre caliente y la del caminar cordial al atardecer. A mi pesar, en contra de mi corazón, he descubierto ese nuevo espacio y por él camino, como un funámbulo que pasa sobre una cuerda de acero en suspensión sobre la bahía de Brooklin, con un público enmudecido y estupefacto apostando que no podrá, que caerá. Pero mi alma tiene la firme, la absoluta certeza de que no, de que podré, de que no caeré, de que caminaré por ese cable indefinidamente, aunque dé varias veces la vuelta al mundo, a través de los eones, odiando no estar en uno u otro lado, odiando no poder abandonarme y tener que mantenerme alerta, con las aletas de la nariz estiradas; odiando que siempre vaya a ser asi, por los siglos de los siglos.

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