lunes, noviembre 10, 2008

Algunos niños nacen en Nueva York


No sé si puede ser una sensación cálida o fría, o si da igual. Demasiado al norte, quizás, y nunca hace mucho calor en verano. Ninguna personalidad, o toda. Las calles cochambrosas y miserables, las avenidas que hacen enmudecer de asombro. Personas y números. Un chiquillo corriendo, un broker con zapatillas, una negra con un carrito de la compra, una ejecutiva vestida de Versace. ¿Ninguno mira al otro? Probablemente. Demasiadas cosas para ver, como para fijarse en el vecino. Demasiada soledad, a veces, como para no hacerlo. Todo lo hermoso y todo lo espantoso del alma se citan en Nueva York. Al menos, eso es lo que pensamos los que no sabemos por qué necesitamos hablar de ella, ya que, de hecho, no hemos estado ahí. Qué tendrá, o que nos habrán dicho que tiene. Magia, seguramente.

No hay comentarios: