Todo se ve diferente cuando uno se va de vacaciones. Tu calle, tu casa, hasta tu perro, parecen tener otra cara. Es como si te dijeran que saben que te vas, que es inminente, y tú te sientes igual que un niño el último día de escuela. Es curioso cómo ( y por qué) todo cambia de forma. Dicen que hay cielos sorprendentes, cielos turquesa, cielos carmesí, cielos color calabaza al atardecer. Pero lo mejor es la posibilidad de ver otros cielos. Tránsito. Irse. Eso es lo esencial.
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