miércoles, octubre 17, 2007

Por si me muero


Dios, sabiéndose el sumo hacedor de todas las cosas, y por tanto dueño y señor del tiempo, siente a veces la necesidad de ejercer ese despotismo característico de los que poseen un monopolio incontestable, y hace que un Mercedes se nos cruce por delante en la autopista, porque se pasaba la salida, y a saber dónde habría podido si no dar la vuelta, o que los oxidados bracitos de la arandela que sostiene ese tiesto de veinte kilos en la frágil baranda de un balcón cedan por fin, justo cuando pasamos, nosotros y nuestra cabeza, por debajo. Es por eso que os escribo a los que os amo estas líneas, para que no os quedeis demasiado desorientados si algo me sucede de repente.
Todos mis créditos gozan de un seguro que los pagará automáticamente, previo aviso a la compañía aseguradora, eso sí, antes de que pasen veinticuatro horas desde el siniestro, que las companías aseguradoras son muy miradas para estas cosas de los plazos, y es que uno no se hace rico así porque sí.
No os preocupeis tampoco porque vaya a faltaros mi amparo; sin duda tendreis a quién acudir para que os cuide y os proteja, que quien es digno de ser amado, como vosotros lo sois, invariablemente tiene siempre quien le ame.
Y si se os hace difícil no poder perder vuestra mirada en el fondo de la mía, y que no podamos ya sentir esa sensación de ahogo al no saber qué decir, porque no hace falta, porque los ojos y las manos y los labios lo dicen todo, tened presente que cuanto os di, con vosotros queda, y cuanto me disteis, conmigo me lo llevo.

No hay comentarios: