Con el alma pendiente del único hilo que la vinculaba ya al cuerpo encogido y medroso, tratando de seguir ahí para no caer en el vacío, mi vida pasaba, en imágenes sueltas, ante mis ojos. Apenas recuerdos, tan solo sensaciones; sabores, olores, impresiones. El miedo y la angustia apoderados de mi ser, habían dejado ya sin fuerzas a mis huesos y mis músculos, y mis tendones, y todos mis miembros. Lo único que quedaba ya era abandonar la lucha, y dejar que todo fluyera suavemente. "Christe, eléison", le hablé de nuevo, como antes. "Sé que no estás, que no me escuchas. Pero ven. Sé que no tiene sentido, que es imposible. Pero te necesito. Necesito que tú lleves mi carga. No puedo sola. Kyrie, ayúdame". Fui deshojando la letanía. Ora pro novis. Las palabras ancestrales pesan, sólo por haber sido repetidas millones de veces durante millones de años, tal vez. Reconfortan. Y el alma sintió aquel bálsamo restaurador. "No estás sola". Lo estoy, pero no importa. Confío en ti.
2 comentarios:
Está si tú lo pones. Y si no lo quitas, sigue.
Lo sé :)
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